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Enero 2023
Una newsletter propia


 
Cómo serías si hubieras nacido…
Me pregunto cómo habría sido la vida de ese bebé que no ha nacido porque el exmarido de su madre lo ha matado hoy. Lo ha hecho a sangre fría, como cada crimen que se comete a diario en este país… Este si cabe es aún más cruel porque ella, la madre, estaba embarazada de nueve meses y su asesino, los ha matado a 5 días de nacer. Como testigos, sus dos hermanos de 11 y 14 años, que han sido los que han llamado a las fuerzas de seguridad para que salvasen a su madre y, por ende, a su hermano. En ese escenario que ni en una película de miedo dejaría de parecernos un terrible horror, aún si cabe, hay más crueldad. Ese asesino, el de madre e hijo, no permitió que nadie entrase a reanimar a la madre, y esta ya fallecida, aún tenía su bebé vivo al que lamentablemente y a pesar de los esfuerzos de los médicos que acudieron e hicieron una cesárea a su madre para salvarlo a él, no lo pudieron conseguir porque, para ambos, la vida ya se había acabado antes siquiera de que él naciera…
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Su asesino trató de hacerse “daño”, pero claro está, le dolía mucho y no se quitó la vida… No pudo, pero sí que lo hizo con una mujer que no lo quería y quería vivir su vida sin él. Una vez más se repite la maldita frase: “O eres mía o no eres de nadie”.

No somos conscientes del dolor eterno que hay y que aumenta como aumentan las noticias sobre violencia machista. Sin ir más lejos a la misma hora, aparecía muerta una joven cuyo pecado fue ser hija de su madre. Tenía 20 años. Él está vivo. Ella vivió con su asesino y tras abandonarle junto a su madre, él lleno de odio, fue a por las dos sin compasión alguna porque solo matándolas sería vengado de no sé qué orgullo varonil que le daba la potestad de matar porque sí. A su madre no la ha matado. Ella no estaba, pero a su hija, la ha matado a puñaladas…

¿Qué está pasando en este país? Qué medidas hay que tomar y qué amparo es el que hay que pedir que se tenga para que cuando una mujer sea la que sea, cuente que su maltratador la maltrata, no se la escuche debidamente y por ese instinto de salvación, se la aparte de inmediato de su potencial asesino. ¿Cuántas muertes más tiene que haber? ¿Cuántos hijos e hijas tienen que morir antes de que haya un ¡BASTA YA! ¿Hasta cuándo vamos apermitir que estén en las casas cohabitando con sus víctimas? Y, como sociedad ¿hasta cuándo tenemos que seguir consintiendo que la violencia machista sea tratada con parches de urgencia, y no con la celeridad que necesita ser tratada a cualquier nivel, ante la mínima sospecha de maltrato?

Estamos ante un problema de estado, una lacra social, que no debe tratarse únicamente desde el punto de vista social. Es un problema de todos y de todas. Ya son 49, las mujeres asesinadas en 2022. No estamos ante un problema de conciencia social únicamente, ni de educación ni coeducación. Urge impulsar una reforma en las leyes para penalizar y condenar a los asesinos que matan a mujeres y a los hijos de estas. ¡Que son 49 mujeres asesinadas!

Hay que dotar de medios, para que la cadena funcione, porque de nada sirve que condenemos cada asesinato, si no hay medios para el abordaje previo de una denuncia. Para el asesoramiento de cada mujer que llama pidiendo “socorro” y a la que le dan una cita para dentro de meses, porque aparentemente el “caso” no es muy grave. Ninguno de los casos diarios que estamos viendo, son “aparentemente” graves, porque todas soportaban esto desde hacía años. Todas, han puesto encima de la mesa su problemática y unas más que otras han denunciado en algún estamento… Hay que estar más pendientes de ellas. De sus hijos e hijas, de las alarmas que no se detectan y que están presentes en comentarios tan laxos como: “tu madre es muy mala madre, qué sería de ti sin mí”; “al colegio te lleva ella, que haga algo, y si llega tarde que se joda”; “no sabes nada, tú el día menos pensado me mandas a la cárcel, pero antes te llevo por delante”.

Cientos de mujeres sufren esto a diario, seamos amigas de nuestras amigas, hermanas de nuestras hermanas, hijas de nuestras madres, y agudicemos los sentidos, porque sin ayuda, ellas se nos están muriendo asesinadas. No se mueren de viejas ni de enfermas como es natural. Mueren a manos de acomplejados, violentos, insensibles, y celosos de la luz que desprendían cada una de ellas y que les ensombrecía tanto que solo matándolas dejan de brillar. Lo hacen de igual manera con sus hijos e hijas. Los matan impunemente, de las formas más horribles que existen, y luego, algunos quieren acabar con sus vidas, y otros, no muestran ni siquiera arrepentimiento porque se creen que han cometido un crimen porque era “lo que tenían que hacer”.

Roban sueños, destrozan familias de por vida, entierran en vida, con cada una, a sus madres, a sus padres, a sus hijos e hijas, a sus hermanas y hermanos, a sus amigas del alma…

No podemos dejar pasar lo que está ocurriendo. No podemos mirar para otro lado. Esas mujeres no volverán a ver amanecer, y la vida sin ellas ya no será la misma vida.

Descansad en paz, una por una, y que vuestra muerte haga removerse a las conciencias para que después del vuestro, no vuelva a tener que morir ninguna mujer más.

Marga Fernández
Agente para la igualdad

Edita: Centro Igualdad Trece Rosas.
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